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domingo, 31 de enero de 2010

Glosas golosas

Miguel Ángel Fornerín


Sujetos y predicados (El hijo de la mujer y diez cuentos más de Eugenio García Cuevas

Eugenio García Cuevas es uno de los escritores dominicanos residentes en Puerto Rico que ha tenido una destacada proyección en la isla. De profesión artesanal, poco a poco ha ido escalando en el quehacer cultural de Puerto Rico. Estudió pedagogía, fungió como maestro por varios años, luego corrector y editor cultural en periódico El Nuevo Día. García Cuevas publica en 1995 su tesis sobre la novela La Mañosa, de Juan Bosch y un Premio Nacional de Literatura de la Secretaría de Educación de República Dominicana. García Cuevas se ha destacado como periodista cultural. Publicó unos cinco libros o seis más. En Mirada en tránsito (1999) presenta una serie de inquietudes sobre la diáspora dominicana. En el segundo una visión sobre Andrés L. Mateo y la Generación del sesenta. Luego publica varios libros de poemas que se destacan por el verso sencillo, explosivo y de una gran imaginación poética y un ritmo muy propio. En el Campo del periodismo cultural ha sido uno de los principales animadores culturales de los últimos años. Son reconocidas sus entrevistas, las que han sido recogidas en un volumen publicado por Alfaguara (La palabra sin territorio (hablar en la posguerra fría Guaynado, 2004)..

Y con ellas ha ganado los principales reconocimientos que pueden lograr los periodistas en Puerto Rico, como el Premio Bolívar Pagán, del Ateneo de Puerto Rico, y el Eddie López, del Oversea Press Club. Trabajó como editor del periódico Diálogo de la Universidad de Puerto Rico, se graduó de doctor en Estudios Hispánicos, con una investigación sobre los poetas sorprendidos y la Revista de la poesía sorprendida, actualmente enseña en la Universidad de Puerto Rico en recinto de Bayamón y es editor para editoriales y revistas internacionales.

En García Cuevas, además de sus dotes de comunicador, encontramos al conocedor profundo, expositor de las más actuales corrientes del pensamiento latinoamericano y occidental. Es inquieto, acucioso y lector voraz. Lecturas que ha puesto a beneficio de la discusión de los principales problemas del saber y la literatura en nuestra región caribeña. Por eso su trabajo también ha sido reconocido por la asociación de filósofos de Puerto Rico.

Después de varias aventuras literarias que se han presentado con una gran consistencia en los últimos años, García Cuevas nos sorprende con este manojo de cuentos que reúne en Sujetos y predicados (El hijo de la mujer y diez cuentos más). Yo digo sorpresa porque aunque habíamos apreciado el estudio de la narrativa en su primera obra, no sabíamos que García Cuevas nos tenía guardado ese otro menester que es el del narrador. Con este libro, publicado por Isla Negra y Editorial último Arcano, no solo se revela Eugenio como narrador sino como polígrafo. Un escritor que se ha impuesto los retos de la literatura sin encontrar la frontera de su decir.

Ensayista, poeta y cuentista, Eugenio demuestra su manejo de la lengua y del género. En los cuentos que componen Sujetos y predicados, está presente la intertexualidad con la escritura de Juan Bosch y Jorge Luis Borges, los giros formales del Boom latinoamericano. García Cuevas trabaja un procedimiento interesante la amplificación, donde un texto A es transformado por el texto B y establece un diálogo textual entre ambas obras. Por otra parte, también la búsqueda de unos contextos del significar que han sido siempre la preocupación del autor.

Narrar es también narrarse. El tiempo vivido es una experiencia para el narrador, de ahí que toma García Cuevas de los materiales de su vida, su infancia en la Vega y su tránsito a Puerto Rico para crear su mundo narrativo que es como si dijéramos un mundo en tránsito.

Cuando afirmo que García Cuevas nos sorprende con su narrativa, lo hago no solo por la entrada de un libro de narrativa a la colección de sus obras publicadas, sólo por el hecho de que Cuevas nos parece un narrador cocinado, curtido en la elaboración de situaciones y personajes. Lo que he criticado a los jóvenes narradores dominicanos, no puedo hacerlo aquí, porque en esta narrativa breve están pintados las situaciones y los personajes como artificios literarios que refieren a unos contextos a veces conocidos por los lectores. Pero que son, en fin, contextos dotados de fuerza expresiva y donde los diálogos, referencias, personajes y situaciones se aparecen en un entramado poético que permite que la narración complete una obra literaria.

Sobre salen en este libro, “El hijo de la mujer” por la osada ampliación de un texto de Juan Bosch, lo que nos permite ver la continuidad de los estudios de García Cuevas, su imaginación y el desvelar un tiempo pasado, un ambiente provinciano recuperado por la memoria. En “La luna en el canal de la Mona”, el autor trabaja el desgarramiento y la crueldad que puede anidarse en las clases populares, atravesada por la miseria y el machismo. En “Huyéndole al sol” una hiperrealidad, la de los deambulantes, que aquí y allá encuentran un lugar cada vez más pequeños para transitar en su abandono entre la sombra y el sol.

Maravilloso, hermético y real es “Aquella lengua” es un texto que abre una visión del liderazgo, de los políticos, de la abundancia de palabras en la que se debaten nuestros asuntos públicos y privados. El niño lleva a convencerse de que lo que antes era la muestra fehaciente de un verdadero dirigente se ha convertido en una lengua más y en el hablar exuberante que nos caractgeriza. De singular importancia es el relato “Musina en el Hotel Roxy”. Todavía un hotel de inmigrantes en Río Piedras. Los dominicanos hemos vivido o pernoctado en él, como Musina podemos saber sus historias o ser parte de ellas.

El mundo de dominicanos, haitianos y puertorriqueños está ahí entre lazado en estas páginas; que nos muestras nuestra vida de convivencia y las dificultades que tiene el otro para ser el mismo y el mismo para asumir la otredad vecina. Si en “Dominicano ése”, la lengua la forma de hablar convierte al dominicano en una otredad, en “Naranjas amarillas en la calle”, el proyecto campesino asumido desde la cultura dominicana reacciona contra el mundo de cemento que domina en la Isla. Así se establecen contrastes y lo real-maravilloso se acompaña de una propuesta de vivir junto a la naturaleza.

La construcción narrativa irónica aparece en el cuento “Tiempo de las ratas”. Lo irónico y lo simbólico sirven como armas para retratar el mundo deshumanizado en que vivimos. El que deshumaniza en el texto es animalizado, son las ratas. Un tema que León David y Luis Beiro han trabajado en los últimos años. Las ratas no son muy queridas por aquí, en Nueva York, la población de ratas crece por encima de lo humano. La ironía en grandiosa.

El mismo asunto tratado desde los conflictos burocráticos lo encantamos en “La temprana muerte de la rosa”. Eugenio ha puesto sus experiencias como sastre y como editor para mostrarnos con el pretexto de lo primero el mundo deshumanizado del segundo. Un libro revelador de un escritor prolífico, un pensador del sentido nomádico de muestra literatura; de un autor en el tránsito de una cultura y otra; artífice es, de una literatura del muevo mestizaje diaspórico.

Sujetos y predicados (El hijo de la mujer y diez cuentos más), es un libro que nos permite valorar el trabajo tesonero de una de las principales voces de la literatura dominicana que, desde ultramar, dibuja y desdibuja la dominicanidad en su más interesante condición, la hibridez y lo transitorio.

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